sábado, 6 de marzo de 2010

Mercedes




Se forma el trébol de la buena suerte
con la cuarta hoja…


Madre.
Iluminas como luz de cabecera
la rosada cuna.

Se oye tu voz de miel,
y cantas como una campanita
como cantabas
ayer entre tules celestes.

Ojos mansos
desparramados sobre los hijos.
Almohada de espumas y burbujas,
tu pecho tibio.

Una oración tiembla en tus labios
mientras se posan en la piel de seda
de la Bienvenida.

-Esperas a Santiago
de su ronda paciente
con el delantal blanco como aspirina-.

Cuatro brazos unidos cual trébol
cercan a Tomás y a Pía,
formando
el júbilo de la calesita
y la fortaleza del corralito.


Perpétua Flôres