
Enmudece la colmena de sonidos
y el manantial de palabras
a las que suelo dar vida:
a las que digo, escribo, siembro.
Callo suspiros, quejas, gritos,
rezos, músicas, poemas.
Nada debe interrumpir
la inefable intimidad.
Y sólo entonces te ofrezco
cada día, cada noche,
lo más sano del aire,
lo más puro de mí:
- un minuto de silencio
en tu dulce memoria.
PERPÉTUA FLÔRES