miércoles, 29 de junio de 2011

HAY MUCHAS FORMAS DE HABLAR

Unos aprietan las palabras, les cuesta soltarlas; unos abren la boca como jaula y ellas vuelven a la libertad. Puede ser que regresen…
Unos desgranan las palabras, lentas, como dando maíz a las palomas.
Otros hablan y luego explican lo hablado.
Otros desde la garganta empujan las palabras sin mirar hacia donde caen o hablan a los saltos, a los gritos; o susurran, cuchichean, piensan que hablan o hablan solos, o lo hacen en coro. Con eco. Con Dios. Para arriba, a un costado, para abajo. Para adentro, o gimen, o cantan o tartamudean.
Otros, pobres, se quejan que no tienen palabras o tienen sólo para el gasto.
Están los que las guardan en cajones, en cuadernos y las retiran a la medida que necesitan; y los que desconocen: las de disculpa, de agradecimiento, de afecto, de amor; las que curan, las que matan.
Unos hablan para escucharse.
Unos hablan con puntos suspensivos,
coma, punto y coma,
separación de sílabas y errores ortográficos.
Otros –y no son pocos- no saben callar.
Si dejamos que las palabras hablen, se expliquen, ellas ganarán cualquier polémica porque nunca les faltará argumento.

PERPÉTUA FLÔRES