miércoles, 3 de septiembre de 2008

RUIDO DE PÁJAROS

Quiero que mis versos
puedan sonar en tu corazón
como el zumbido de un viento duro
que se arrastra por las hierbas.

Quiero hacer ruido de pájaros
en tu alma ensoñadora
para que salga una canción
como los truenos lejanos
que traen la lluvia.

Quiero vibrar en un poema
como el sonido verde
de la campana rota.

Arrimarle voces por lo menos
al torrente sonoro de un río blanco
que pasa cantando.


Carlos Splausky

FRASES DE SELECCIONES

  • Nada es peor que un maestro que no sabe más de lo que debieran saber sus alumnos.
Goethe.
  • El preso a un compañero: -Tuve una crisis de identidad, dejé mis huellas digitales en una caja fuerte.

  • Entre alumnos: Tomó una sola lección de karate y ya puede romper tablas... con la mano que no está enyesada...

  • Cierta dama, al salir del supermercado: -Siempre soñé con derrochar el dinero, pero jamás pensé que sería en azúcar, leche, pan y papas.

  • Si un hombre sabe perder, es que está jugando tenis con su jefe...

ACRÓSTICO - CONOCIÉNDOTE

















P redominando en tí, el sentido de la amistad.

E laborando proyectos con fines concretos.

R odeada de ideas futuras.

P revaleciendo tu postura.

E nriquecida de paz.

T endiendo siempre tu mano bondadosa.

U nes lo positivo.

A barcas riqueza en tu alma.


María Elena Sobredo
27/07/08

MENSAJE RADIAL (Desde el oyente)

Si yo tuviera que definir la radio
con una sola palabra,
no dudaría en emplear “vuelo”.

Giro media luna de perilla.
Un remolino de notas musicales y ondas de palabras florecen del dial.
Entre delicada reja de esterillas, una presencia invisible invade mi cuarto
y me habla al oído.
De la casi nada modelo un rostro para su antifaz.
Al influjo de su palabra, mis orejas quedan estáticas y el sentido auditivo
se extiende, se amplía, en su elástico contorno.
Esa voz me adormece y me despierta, con sus matices.
El grito es un derrumbe. La voz, sonora, un canto.
Y la música del cielo que lo acompaña, también es de la tierra, de los mares,
de la floresta; de todos los jardines.
La magia de encenderla, el suave movimiento de girar media perilla.
Y ya somos –la voz y yo, como oyente-, indispensables, dependientes, necesarios, desconocidos y presentidos.
Esa es la radio. A mí, habla.
Y se da el fantástico momento, que puede ser interminable, de distendido monólogo a dos.

Perpétua Flôres