Madrid sobrevolaba cierto día
creyendo ver pendones y retazos.
Olivares cual copos y pedazos
de oro trigaleros. Parecía
un mar de raros verdes que se hundía
en la montaña gris. Eran chispazos
de fuegos, o de rombos en los pasos.
Caprichos de laderas. No podía
suspender la mirada. Acercarse
era tocar la historia, era dejarse
llevar por los recuerdos. Lo soñado
ya estaba en nuestros ojos. Era España
la de Goya y Murillo que fue hazaña
en épocas de suelo conquistado.
LAURA QUERIDA QUÉ SORPRESA ME ENTREGAS SIEMPRE1
ResponderEliminarME AGRADA ESTE POEMA SUS IMÁGENES TIENEN HASTA EL PERFUME DE LAS COSAS Y SUS LUGARES QUE PARECIESEN DE CUENTOS. GRACIAS POR ESTAR SIEMPRE Y MI APRECIO A PERPETUA FLORES QUE PERMITE ESTE ESPACIO
MI ABRAZO POÉTICO
LIDIACC.