sábado, 4 de octubre de 2014

René Favaloro

Sus mansas manos, alzan como joya ajeno corazón triste, dolido. Lo suavizan, curan, vuelven a ponerlo - palpitando feliz - en su estuche. Mil veces así, el corazón en la mano, su sapiencia y vocación humanitaria... Humilde, sabio, noble, la grandeza dignifica y lo asemeja a un ángel. ................................... Pero un viento norte, como bisturí, sin anestesia, lastima su vida... Y decide morir. El flash de un tiro parte su corazón. Y lo lloramos. Él decide morir, pero ha nacido para ayudar a vivir. Él es presente, pasado y futuro, él es inmortal, - vive en otros corazones para siempre - Perpétua Flôres

1 comentario:

  1. Gran verdad, mi querida Perpétua. Tanto luchó por el corazón ajeno que, en su último pensamiento, trató de partir aniquilando el suyo. Alguien bueno, solidario y sin dobleces. Mi abrazo.

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